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  • Siria. Refugio y éxodo.

Siria: guerra y éxodo

Hace unos días, 124 sirios arribaron a las costas de Málaga y pidieron ayuda. Olvidamos nuestra historia, aunque en septiembre del 755 un sirio de Damasco desembarcó en Almuñécar. Allí tiene  una estatua. Pertenecía al clan omeya y escapaba de la matanza de su familia a manos de los abasíes. Perseguido, atravesó con muchas dificultades el norte de África. Abd al-Rahman al-Daji (el que entra o el inmigrado) era un refugiado surgido de una guerra en Oriente Próximo. Menos de un año después, proclamó el primer emirato independiente de Córdoba. Algunos de sus herederos se casaron con princesas vasco-navarras. Eran tiempos de luchas y razzias. A la vez, de pactos y mestizajes. Este sirio no necesitó acogerse al estatuto del refugiado ni al derecho de asilo.

Ahora, los desplazamientos no suceden así. Los protagonistas de esta dramática y vergonzosa crisis, son también sirios, mayoritariamente. Cerca de 4,3 millones de personas que se han marchado de su país (22 millones de habitantes) en este momento y progresivamente a lo largo de cuatro años. También sobreviven casi abandonados a su suerte siete millones de desplazados internos. En estos meses nos ha conmocionado la injustísima situación de decenas de miles de personas caminando en filas de familias enteras – en un ejemplo de la solidaridad clánica – una tras otra, por las vías férreas, mares, estaciones y plazas de Europa. Se ha sumado el naufragio de lanchas y las imágenes de pequeños menores que deambulan en solitario o aparecen ahogados en alguna playa.

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Irán en la guerra de Oriente Próximo

La batalla de Siria e Irak reúne elementos geopolíticos forjados en la primera parte del siglo XX, como las fronteras arbitrarias heredadas de la colonización británica, francesa (Sykes Pikot 1916, después de la caída del Imperio Otomano y el Hogar Nacional judío, Balfour 1917) y las injerencias estadounidenses (desde el Pacto de Quincy en 1945 entre Roosevelt e Ibn Saud) y soviéticas (Irán 1941; Nasser 1956 y Siria 1971). Además, soporta la creación de regímenes autoritarios árabes, contra los que se produjeron las movilizaciones de 2010, países en los que son marginadas las minorías étnicas y religiosas (kurdos, cristianos…); y la omnipotencia bélica del Israel sionista. Sin olvidar las disputas religiosas (suníes, chiíes; tantas veces sectarias, internas y sin sentido de reforma); la búsqueda del dominio regional (israelíes judíos; árabes e iraníes; turcos…) y el control de los recursos (agua, petróleo, rutas comerciales, armamento).

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  • Valle de las tumbas en Palmira (Siria)

El golpe del Estado Islámico

El Daesh (al-Dawla al-Islamiya) extiende sus operaciones simultáneamente en dos frentes: Siria (Palmira) e Irak (Ramadi), después de su derrota en Tikrit y a pesar de la tenacidad de las fuerzas que luchan contra ellos. Sean kurdos; el ejército iraquí; el gobierno sirio; las milicias chiíes iraquíes y de los libaneses de Hezbolá; los aviones de la coalición árabe y de EEUU y las fuerzas especiales Al Quds, de la Guardia Revolucionaria iraní. Todos divididos, sin mando único y ambiciones opuestas.

 

Palmira es el reflejo de la diversidad de civilizaciones en la historia de aquella geografía. Todo lo contrario que la idea unitarista del extremismo violento del islam suní.

 

Las matanzas en las calles son el dramático ejemplo de una agresividad obsesionada con rechazar otras formas de pensar, rezar y vivir. Terror para que las poblaciones abandonen sus tierras. Demostración de supremacía y purificación por la sangre para que el resto de musulmanes y, a la vez, otras culturas, se conviertan al salafismo yihadí.

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  • Vigilia por el último atentado a una escuela en Pakistan. ©EFE

Infierno en Pakistán

El yihadismo violento subraya que es imprescindible purificar el islam mediante las armas, el dogmatismo y el anatema, no con la ética, la espiritualidad ni la solidaridad. Al mismo tiempo, pretende dirigir una reislamización ultraconservadora en el máximo espacio geográfico, con el propósito de convertir a sus tesis al mayor número de creyentes en la religión islámica.

No obstante, algunas de estas organizaciones actúan en respuesta a problemáticas locales y regionales. No obedecen  especialmente a una decisión tomada en un centro de poder único (sea Al Qaeda o el Estado Islámico) que determina anticipadamente cómo, dónde y contra quiénes ejercer su acción terrorista.

Es lo que sucede en Pakistán y Afganistán, regiones del Asia Central pobladas por más de 200 millones de musulmanes. Estos dos países (Af-Pak) han sido instrumentalizados geopolíticamente por viejos imperios y nuevas potencias (desde el siglo XVIII a la actualidad) como Rusia, Gran Bretaña, Unión Soviética, India y Estados Unidos. Con estados frágiles, en ellos se acumulan disputas étnicas y clánicas; el choque entre costumbres arcaicas y la modernización y también diferentes interpretaciones del islam, en una situación de empobrecimiento, resultado del poder de los terratenientes y de los traficantes de negocios, drogas y armamento.

 

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  • Mapa del ISIS

Guerra, jóvenes y el Estado Islámico

La organización yihadí encabezada por emires extremistas, entre ellos Al Bagdadi, ha logrado cumplir varios de sus objetivos en solo dos meses. El primero es hacer prosélitos. La detención de varias personas en Melilla, acusadas de formar una célula destinada a enviar activistas a Siria e Irak, es una situación que se repite. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, lugar de entrada a Europa, son un espacio ideal para la implantación e infiltración del radicalismo violento, a pesar de que la población musulmana es tradicionalista y pacífica, casi al 100%. Allí son mayoría. Por tanto, se encuentran y se sienten en dar al-islam, no sólo la tierra islámica, sino las relaciones que se mantienen a través de la religión.

 

Jóvenes extremistas

 

¿Por qué centenares de jóvenes europeos musulmanes abrazan una interpretación tan intransigente y violenta del islam? El entorno  de marginación y desempleo y las equivocaciones en las políticas de integración no bastan para explicar esta nueva militancia. Tampoco el recuerdo sangriento del colonialismo en los países de sus padres y abuelos; la criminalización del islam en su conjunto y las proclamas de imames intolerantes y excluyentes, que son los menos. Existen otras razones sociales y hasta psicológicas. Muchos de ellos son jóvenes islámicos de quinta generación, herederos de muyahidines que lucharon en Chechenia, Bosnia, Afganistán, Irak… Su retórica puede ser religiosa, pero ignoran la historia rica y diversa del Islam y apenas son practicantes. Frente a una juventud musulmana europea que busca y practica el diálogo, los jóvenes extremistas forman parte de esa juventud que no encuentra asiento, sino rechazo en nuestras sociedades, en las que la multiculturalidad no se expresa ni practica suficientemente, ni se les ofrecen las mismas oportunidades de trabajo ni de ascenso social.

 

El individualismo y la intransigencia juvenil buscan refugio y redención en una dimensión comunitaria, que se cierra en sí misma en demasiadas ocasiones. Con su dogmatismo, el islam más radical les dota de respuestas claras, aunque primarias, a las incertidumbres de su vida diaria y del futuro.

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  • Mapa sobre el conflicto en Niigeria
  • Atentado en Chibok ©Xinhua

El Estado Islámico y Boko Haram en Nigeria

Las fuerzas de la mayoría de organizaciones yihadíes, desde el Sahel a Pakistán, han recuperado su vitalidad insurreccional con la emergencia, real y mediática, del Estado Islámico en Oriente Próximo. No cabe duda que la intensa actividad de los seguidores de Al Bagdadi; su capacidad de mantener a raya a las fuerzas kurdas e iraquíes, a pesar de los bombardeos de Estados Unidos; sus finanzas saneadas y sus llamamientos religiosos, primarios e intransigentes en alusión a la supremacía de Alá, estimulan a todos los grupos extremistas y violentos que se reclaman intérpretes verdaderos del Islam.

El grupo Hezb i-Islami de Afganistán y el AQMI del Magreb apoyan y se han sumado al ilusorio califato de Al Bagdadi. Con Al Qaeda en horas bajas, porque muchos de sus dirigentes han sido eliminados y otros continúan cercados en el norte de Pakistán, el Estado Islámico se propone como banderín de enganche para los radicales: una tierra; un lema religioso rotundo e intolerante; un yihad entendido como lucha violenta y, sobre todo, más presencia y fortaleza para encabezar el liderazgo islámico.

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  • Mahoma predicando El Corán en La Meca
  • Mezquita de Isfahan (Irán)

Suníes y chiíes

En Kerbala, a 100 kilómetros al suroeste de Bagdad, el 10 de octubre del 680, los soldados de Yazid I asesinaron al segundo hijo de Ali, el imam (guía) Huséin, junto a un grupo de 70 mujeres, niños y servidores. Huséin se proponía reclamar el califato. Antes, precisamente Ali – primo y yerno del profeta Muhammad, marido de su hija Fátima – había sido derrocado en la batalla de Siffin (657) por la vieja aristocracia comerciante de la Meca, que estableció la dinastía omeya, encabezada por Muáwiya. Cuatro años después, Ali morirá en Kufa atravesado por un puñal envenenado. De estos acontecimientos terribles procede uno de los rasgos distintivos de la chía: el tazieh (testimonio de dolor) en el día del aniversario del asesinato de Huséin y de otros mártires.

 

El enfrentamiento tiene que ver con las tensiones sobre la legitimidad de la persona que debe ejercer la guía política y religiosa de la comunidad tras la sucesión del profeta Muhammad.

 

Esta disputa es la gran fitna (cisma, sedición). La chía (partidarios de una causa) de Ali crea el movimiento chií esencialmente después del martirio de Huséin. Es el origen de la lucha histórica, que llega hasta la actualidad, entre los suníes, la mayoría de los creyentes en el islam, y seguidores de las tradiciones y normas surgidas  del ejemplo de Muhammad, y los chiíes, la principal facción disidente del islam, un 15% de los musulmanes del mundo, instalados principalmente en Irán, Irak, Bahrein, Líbano, Afganistán y Pakistán.

 

Mapa del Islam por países

«Islam by country». Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons. Estados islámicos con más de un 10% de población musulmana. Verde: zonas suníes, Rojo: zonas chiíes, Azul: Ibadíes (Omán)

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  • Obrero de Doha. De la serie "Postales de Doha" de la exposición "Ciudad". ©Faraj Daham
  • La historia de Bayad y de Riyad ("hadiz Bayad wa Riyâd". Escena: Shanûl ofrece a Bayad una carta de Riyâd
  • Mural en París con la imagen de tres mujeres con hiyab, cada uno de un color de la bandera francesa
  • Skyline de Sarajevo al atardecer. Los minaretes de las mezquitas y las torres de las iglesias le dan forma al paisaje de esta ciudad.

Cruce de miradas: los otros, los árabes y el islam

Nosotros ante los árabes y musulmanes

25/9/2012

 

El conocimiento que tenemos del mundo árabe y el islam es superficial, limitado y configurado por prejuicios y conveniencias. El profesor Bichara Khader menciona varios estereotipos: integrista, violento, enriquecido y antioccidental. Podemos añadir: amenazador; radical; despótico; acostumbrado a la sumisión; incapaz de respetar los derechos humanos y arcaico por la importancia que da a la religión en la vida diaria, personal y comunitaria.

Se confunden los términos y olvidamos la diversidad. Integrismo y fundamentalismo son tendencias relacionadas más bien con el cristianismo. En las múltiples divisiones del islam conviven y se enfrentan suníes y chiíes; la ortodoxia conservadora y otra más abierta; los islamistas progresistas y los reaccionarios; diferentes concepciones y prácticas del yihad: como esfuerzo para la conversión personal o violencia obligatoria. Sobresalen el misticismo sufí y un reformismo que postula el libre albedrío, la razón y la relectura de los textos y las tradiciones. Los civistas señalan que la democracia puede ser islámica y asimilan la chura (consulta) al parlamento. Grupos de mujeres musulmanas defienden sus derechos.

 

El petróleo proporciona un enriquecimiento fugaz y desigual. Son pocos los países árabes y musulmanes que disponen de estos recursos y sus beneficios no se reparten equitativamente.

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  • Antes de que los peregrinos se desplacen a otras ciudades para los rituales del Hajj, completan primero el tawaf dando siete vueltas alrededor de la Kaaba. cc Fadi El Binni para Al Jazeera
  • Arte callejero en la pared de una calle. Representada aparece una mujer musulmana con hiyab. cc Randy Lemoine
  • Bombardeo de las Torres Khobar en Dhahran, Arabia Saudí. 25 de junio de 1996. Imagen de dominio público.
  • Los miembros de un grupo llamado Jund Ansar Allah rodean su líder Abdel-Latif Moussa (segundo por la izquierda) después de las oraciones del viernes en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, 14 de agosto de 2009.
  • Salafistas egipcios se manifiestan en la plaza Tahrir
  • El rey de Catar, Hamad bin Khalifa (izquierda) y rey Abdullah de Arabia Saudí (derecha)
  • Musulmanes protestan en embajada de EE.UU. en Londres por polémico film. ©EFE
  • Unos 50 musulmanes se manifiestan frente a la embajada francesa en Londres contra la ONU y la actuación francesa. en Malí.
  • Fotograbado de la Kaaba, titulado «Magnetismo», que se expone en el British Museum
  • Abd Allah Azzam, en el centro.
  • Un grupo de musulmanes reza en la mezquita de Regent's Park en Londres.
  • Musulmanes protestan en embajada de EE.UU. en Londres por polémico film. ©EFE

Islamismos, salafíes y yihadíes

Islam político

Junio 2012

 

El frenazo a la democratización en Egipto da más importancia si cabe a los islamismos, que consideran el islam como una religión y forma de vida y, además, la clave central de la acción política. En su opinión, es preciso volver a los fundamentos del islam para superar los desafíos y problemas de la sociedad contemporánea. Sin embargo, hablar de islam fundamentalista –  como se les define habitualmente- provoca confusión. Puede implicar interpretaciones extremadamente inmovilistas y defensoras de la legitimidad del poder (Arabia Saudí) u otras que realizan una revisión crítica de la tradición musulmana y pretenden edificar un nuevo orden social y político, cuya referencia es la comunidad de Medina en la época del profeta Muhammad.

Las raíces de los islamismos están en la misma historia y evolución del islam, aunque intentan dar respuestas actuales. Los movimientos islamistas contemporáneos subrayan que no basta ser creyente y convocan a la población musulmana a la acción personal y colectiva. La ley islámica no sería tanto la estrecha aplicación jurídica y ritualista de las normas como un proceso dinámico y adaptado a cada sociedad, encaminado hacia  una ética civil y religiosa. Divididos e incluso enfrentados, en cada país presentan particularidades diferentes, que muchas veces se disputan la interpretación y el escenario social y político, en términos más dogmáticos o bien más reformistas.

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  • Noria apostada en el lago. De fondo los picos nevados. Kabul. cc IsafMedia
  • Mercado en el barrio viejo de Kabul cc IsafMedia
  • Niños jugando en el medio de un gran cementerio en Kabul ‪ ‬cc IsafMedia
  • Abdul Rasul Sayyaf. REUTERS/Ahmad Masood

Yihad en Afganistán

Los talibanes todavía existen. Acaban de asesinar a 21 personas en una zona de la capital de Afganistán, Kabul, dotada de grandes medidas de seguridad. Ganan terreno cada día que pasa. Siempre han estado instalados en las zonas rurales. Sus partidarios, encuadrados en guerrillas, disputan el territorio a las tropas afganas e internacionales; rodean los cuarteles y actúan a sus anchas sobre todo en el sur y en algunos lugares del centro y del noroeste. Es imposible distinguir a un talibán en las ciudades, excepto cuando en comandos pequeños y suicidas, de forma insistente, atacan objetivos muy precisos. En ninguno de estos escenarios se encuentran aislados, porque forman parte de la población y salen de ella.

A pesar de diversas negociaciones que se han producido para acabar con el conflicto bélico, sin ningún éxito por ahora, los talibanes continúan su yihad agresivo y violento – en su opinión, obligación individual y comunitaria – en una guerra contra los ocupantes de un país islámico y sus aliados gubernamentales.

Al mismo tiempo, su ambición es recuperar el poder, después de que, en el otoño de 2001, fueran derrocados por otros grupos étnicos (tayikos, uzbekos…); diferentes clanes de su propia etnia pashtu y otras tendencias religiosas de la mayoría tradicional suní y, desde luego, de su enemigo histórico, los chiíes.

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