La violencia extrema no cesa en la franja de Gaza, donde las condiciones de vida de sus habitantes se pudren cada vez más. Ahora, con durísimos bombardeos, los desplazamientos forzosos y la incursión terrestre.
En Gaza, Israel ha optado otra vez por las armas frente a Hamas. No existe simetría en el enfrentamiento entre las dos partes. Israel dispone de una aplastante superioridad en tropas, armamento y capacidad de provocar víctimas y daños en infraestructuras. Como es habitual, las autoridades de Tel Aviv se han olvidado de la diplomacia.
A estas circunstancias se suman tres elementos esenciales que configuran el problema: la ocupación de más del 65% de Cisjordania; el imparable desarrollo de las colonias judías en esa misma tierra, que impide la paz al eliminar la posibilidad de un estado palestino viable; y la política del ejecutivo israelí de establecer un Estado nacional judío, que reduce a la marginalidad a los palestinos y prácticamente les impulsa al destierro.