Los hechos de estos últimos días nos han devuelto a la realidad: a apreciar lo que en verdad están padeciendo los ucranianos y sus instituciones; el grado de odio recíproco que ha ido germinando mientras desde las alturas luchábamos por la consecución de nuestros objetivos partidistas
Los movimientos auto-organizados de la oposición en la calle han derrocado a Yanukovich y su régimen. El ex presidente depuesto optó por la represión y decidió liquidar la revuelta a tiros. No advirtió entonces que ni siquiera su formación política y las fuerzas de seguridad le iban a apoyar. Era una medida tan extrema y dura que temieron que la revuelta se los hubiera acabado también con ellos. Y abandonaron a un Yanukovich prepotente e incapaz de calcular bien sus bazas. La actualidad devora cualquier análisis. Ahora, llega el tiempo de la reconstrucción democrática. También llena de obstáculos por las ambiciones de los partidos ucranianos y los intereses de la Unión Europea y de Rusia.