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Yuanfang Magazine es una asociación sin ánimo de lucro que pretende proporcionar conocimiento desde el entretenimiento y combatir así tanto los prejuicios orientalistas, que miran hacia Asia con desprecio o paternal condescendencia, como aquella otra mirada, la de la fascinación y el relativismo cultural, que solo ve en el otro lo positivo, quedándose siempre en una película superficial que no penetra en la poliédrica realidad del día a día.
Nuestro proyecto pretende acercar un mundo lejano; de ahí que lo articulemos en torno a una revista, una publicación para tratar de tendencias, política y economía; De ideas, viajes y negocios. Hablamos sobre Taiwán, el Mundo Chino y Asia Oriental. Somos una lectura para para gente Plus Ultra.
Desde la sección 傾聽 (Qing ting) desmenuzaré las tendencias musicales del Sudeste Asiático. Desde Redo os invitamos a que leáis los artículos, comenzando por el primero de una serie de publicaciones mensuales:
El K-Pop, ¿algo nuevo bajo el sol?
(…) Más conocida como K-Pop, esta industria engloba una nueva generación de artistas (boybands y ladybands, fundamentalmente) hip surcoreanos. Junto con el éxito de los dramas televisivos (como Jewel in the Palace) y Winter Sonata) y ciertas películas, forma parte de un movimiento cultural más amplio: el Hallyu o la ola coreana, cuya influencia sin precedentes afecta tanto a la cultura nacional como a las relaciones internacionales de los países asiáticos.
Mucho antes de que el mundo entero bailara a lomos del Gangnam Style, el K-Pop era ya un negocio exitoso en el Sudeste asiático. Se creó para tal fin. Tal y como sostiene el sociólogo francés Frédéric Martel en su libro Cultura Mainstream, todo surgió a mediados de los 90, cuando el entonces presidente surcoreano Kim Young-Sam mostró un informe sobre los ingresos de exportación de la película Jurassic Park. La cifra era igual a la venta de exportación de 1,5 millones de automóviles Hyundai. Así, el gobierno designó a la industria cultural como el motor de crecimiento futuro. Una estrategia de doble filo, que intentaría reducir el dominio de Hollywood en el mercado de medios de comunicación asiáticos y construir una identidad transnacional a través del consumo de la cultura popular de Corea.
En el negocio musical entraron en escena las agencias de gestión o talent agencies, que a golpe de audiciones multitudinarias seleccionan a los próximos idols. Posteriormente, los mezclan y moldean a su gusto en jornadas maratonianas de trabajo como parte de un proceso que dura unos tres años. Y finalmente llega el bombardeo mediático. Una gran inversión cuyo retorno económico se estima en unos dos mil millones de dólares. Pero cuyos beneficios se basan, fundamentalmente, en las exportaciones. ¿Cómo hacer llegar un producto de marcada identidad cultural al público extranjero?
Las cover songs y los comebacks
“Si quieres conquistar un mercado, cántalo en su idioma”. Una práctica tan antigua como fructífera. Desde Shakira, Juanes o Ricky Martin cantando en inglés, a la intentona de Jennifer López de hacerlo en castellano, responden a una estrategia de entrada en el mercado global. En Europa aún lloramos con el Se fue de Laura Paussini, y los transalpinos se preguntan “da che dipende?” gracias a la italianización de Jarabe de Palo.
Mientras tanto, todo el Sudeste asiático corea las canciones de la súper estrella surcoreana BoA. La reina del K-Pop por antonomasia, canta en japonés, en coreano y en inglés para su público de Hong Kong ,Singapur y Estados Unidos, donde tiene muchísimo éxito desde el 2008. También ha aprendido a cantar en mandarín.
Con Super Junior se amplió el concepto. Creados por la agencia SM Enterntainment en 2005, originalmente constaba de 12 miembros, que se subdividen en unidades menores para adaptarse al estilo e idioma de los países donde actúa. Hoy podemos verles chapurreando castellano para su público latino, donde ya arrasan.
Pero para enamorar a la juventud del otro lado del planeta no basta con cantar en su idioma. Hasta su público foráneo demanda “algo más”. Desde hace un tiempo, las girlbands re-editan sus “viejos éxitos” echándoles un poco de picante. Es el abandono del estilo kawai (mona) por el de sexy. AOA ganó popularidad popularidad al regresar con el concepto sexy de su canción Confused. Girl’s Day también iniciaron su carrera fomentando su lado cute, hasta que les llegó el éxito al volver con la versión “adulta” de uno de sus temas, Expectation.
Mientras el público se divide entre una u otro opción, parece que los idols lo tienen muy claro: “Todos los grupos de chicas vuelven con conceptos sexys porque el concepto lindo y cute ya no vende en Corea. Los idols hacemos lo que es más comercial – declaró Heechul de Super Junior recientemente en un programa de televisión nacional -. Yo también soy un idol, y un idol es como un producto. Nosotros, los productos, tenemos que coincidir con los gustos de los consumidores”.
Hoy, en Occidente, Miley Cyrus trata de escandalizar con sus videoclips y apariciones en programas. Como ya hiciera otra vieja gloria de la factoría Disney, Britney Spears. Justin Bieber abandona su lado angelical y abraza el lado oscuro de las pop-stars. Ya en los 60, la boyband más exitosa de la historia intercambiaba el “She loves you yeah, yeah, yeah” por un«Sie Liebt Dich, yeah, yeah, yeah«.
¿Algo nuevo bajo el sol surcoreano?
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Andrea Aisa Vega
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