Los terroristas que han atentado en la capital de Burkina Faso conocían la fragilidad securitaria del país. El cambio hacia la democratización ha producido relevos en la policía y el ejército del viejo régimen del presidente depuesto Compaoré, que mantenía ciertas relaciones con las guerrillas y manejaba la mediación con ellos como recurso para perpetuarse en el poder.
Era de esperar que los yihadíes del Sahel añadieran Burkina a sus blancos. La infiltración procede de las bolsas de extremistas de Mopti, Meneka y Sévaré, en Mali, a poco más de 400 kilómetros de Ouagadougou, lugar del ataque.
enero 26, 2016