La tregua ha saltado en pedazos con ataques aéreos contra Bentiu, interior de Sudán del Sur. Se suman a los recientes choques en Heglig, límite de Abyei, frontera entre los dos Sudán. La disputa es por la posesión de la mitad de los cerca de 470.000 barriles diarios que produce Sudán del Sur, un nuevo Estado independiente desde julio de 2011, desgajado del resto de Sudán. Cinco intentos de negociación, amparados por la Unión Africana, han fracasado por los intereses contrapuestos de sus líderes respectivos: en el norte, el musulmán Omar al Bashir, imputado por el Tribunal Penal Internacional por los crímenes en Darfur. Al sur, Salva Kiir, cristiano, partidario acérrimo de la división de Sudán y nuevo dirigente autoritario, ganador absoluto de unas elecciones sin oposición. La población civil pone las víctimas: 2.000 muertos y decenas de miles de personas desplazadas.
El reparto de los ingresos derivados del petróleo y de los cargos en la administración del gobierno central alimentaron un enfrentamiento permanente
Dos durísimas guerras civiles (1955-1972 y 1983-2005) gestaron la ruptura de un país diverso con 600 grupos étnicos y religiones enfrentadas: el islam, mayoría en el norte; animistas y cristianos, hegemónicos en el sur. El reparto de los ingresos derivados del petróleo y de los cargos en la administración del gobierno central alimentaron un enfrentamiento permanente. La búsqueda de una identidad nacional múltiple e integradora, frente al conflicto entre ser árabe y la africanidad acabó rota por la obsesión de los gobiernos centralizadores de Jartum de reislamizar a la fuerza todo el país. También ha promovido la secesión y el personalismo de algunos políticos que preferían ser jefes de un nuevo Estado en Juba (Sudán del Sur) que vicepresidentes de un Sudán común. Para no perder su influencia regional E.E.U.U. y hasta Israel han intervenido en la crisis, porque un Sudán segregado debilita el conjunto árabe, en una geografía retaguardia de Egipto y amplia ventana al Mar Rojo. Read more »