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  • Mapa del ISIS

Guerra, jóvenes y el Estado Islámico

La organización yihadí encabezada por emires extremistas, entre ellos Al Bagdadi, ha logrado cumplir varios de sus objetivos en solo dos meses. El primero es hacer prosélitos. La detención de varias personas en Melilla, acusadas de formar una célula destinada a enviar activistas a Siria e Irak, es una situación que se repite. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, lugar de entrada a Europa, son un espacio ideal para la implantación e infiltración del radicalismo violento, a pesar de que la población musulmana es tradicionalista y pacífica, casi al 100%. Allí son mayoría. Por tanto, se encuentran y se sienten en dar al-islam, no sólo la tierra islámica, sino las relaciones que se mantienen a través de la religión.

 

Jóvenes extremistas

 

¿Por qué centenares de jóvenes europeos musulmanes abrazan una interpretación tan intransigente y violenta del islam? El entorno  de marginación y desempleo y las equivocaciones en las políticas de integración no bastan para explicar esta nueva militancia. Tampoco el recuerdo sangriento del colonialismo en los países de sus padres y abuelos; la criminalización del islam en su conjunto y las proclamas de imames intolerantes y excluyentes, que son los menos. Existen otras razones sociales y hasta psicológicas. Muchos de ellos son jóvenes islámicos de quinta generación, herederos de muyahidines que lucharon en Chechenia, Bosnia, Afganistán, Irak… Su retórica puede ser religiosa, pero ignoran la historia rica y diversa del Islam y apenas son practicantes. Frente a una juventud musulmana europea que busca y practica el diálogo, los jóvenes extremistas forman parte de esa juventud que no encuentra asiento, sino rechazo en nuestras sociedades, en las que la multiculturalidad no se expresa ni practica suficientemente, ni se les ofrecen las mismas oportunidades de trabajo ni de ascenso social.

 

El individualismo y la intransigencia juvenil buscan refugio y redención en una dimensión comunitaria, que se cierra en sí misma en demasiadas ocasiones. Con su dogmatismo, el islam más radical les dota de respuestas claras, aunque primarias, a las incertidumbres de su vida diaria y del futuro.

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  • Cartel del presidente Abdelaziz Bouteflika al que se acercan dos cabras
  • Carteles paródicos sobre las elecciones presidenciales 2014 en Argelia. Como candidatos: Batman, Barbapapa, Spiderman...

Argelia electoral

Abdelaziz Buteflika va a renovar su mandato presidencial por cuarta vez. En su decisión pesa más controlar un régimen presidencialista todopoderoso que su salud, muy debilitada y que le ha mantenido varios meses incapacitado. Entretanto, su corte de partidos y asociaciones afines y el estamento militar – el “gran mudo” o el pilar fáctico real – han gobernado mediante la permanente red clientelar que se aprovecha de los beneficios que concede el poder.

 

Elecciones bajo control

 

Buteflika cuenta con el beneplácito de las potencias occidentales y las instituciones financieras internacionales, ya que el orden que el Estado argelino dice garantizar conviene a sus negocios. España es uno de los países que depende del suministro del gas argelino, en concreto de Medgaz, en la región de Beni Saif. El oleoducto se hunde en el mar 2.000 metros y recorre 210 kilómetros bajo el agua hasta la costa de Almería. Esta importación de gas representa ya el 53% del abastecimiento, por un valor de casi 6.000 millones de euros en 2013, un 14% más que el año anterior. La factura energética española alcanza los 62.000 millones de euros (un 93% más que en 2009) y es una de las principales razones del déficit de nuestra balanza comercial.  Por tanto, la estabilidad de Argelia resulta estratégica e imprescindible. Ahora bien, ¿a cambio sostener a una administración que ejerce el monopolio de la política; frena las libertades, vigiladas por el Ejército; y acarrea más desigualdades sociales? Mi respuesta es no, porque la falta de democracia y de reparto justo de la riqueza genera más tensiones y consolida la inseguridad.

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  • Fotografía cedida por la compañía petrolera noruega Statoil que muestra la planta de gas en In Amenas, Argel. (EPA)
  • Un soldado francés patrulla las calles en la ciudad de Gao © REUTERS/ Francois Rihouay

Malí y Argelia entre dos fuegos

Argelia no quiere implicarse militarmente en Malí porque defiende que los problemas africanos deben solucionarlos sus Estados. Decidió impulsar negociaciones políticas y no operaciones militares. Así ha sucedido con los tuaregs. Francia y Estados Unidos le acusaron de no asumir sus responsabilidades como potencia regional. Pero Argelia ha rechazado las ambiciones francesas de establecer nuevas bases militares, especialmente en el Sahel – su patio trasero –   y de controlar en exclusiva los recursos regionales.

Sin embargo, las presiones han sido más fuertes que el equilibrio de Buteflika. El presidente argelino  autorizó que la aviación gala surcase su espacio aéreo. No jugar en la partida le habría impedido ofrecer una solución política si la guerra se complica. Asimismo, porque en su proceso de reafirmación del Estado ante un futuro incierto prefiere no arriesgarse a que Francia y EE.UU. establezcan lazos con los opositores, que reclaman más reformas y libertades.

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  • Mezquita de Tombuctú

¿Intervenir en el Sahel?

Sahel significa costa y nombra al espacio geográfico, del Atlántico al Mar Rojo, que comunica el sur del Magreb con el África subsahariana. En gran parte desierto y población esencialmente nómada, fue ruta comercial del norte al sur y de las caravanas de los reinos africanos hacia el Mediterráneo. Ahora se ha convertido en un polvorín, devastado además por la sequía.

 

Por el Sahel circulan el 40% del tráfico de drogas del mundo; miles de inmigrantes, muchos prácticamente esclavos; y decenas de grupos extremistas dedicados al contrabando, el secuestro y el terrorismo.

 

La acción de estas milicias – con denominaciones referidas a la fe, islam, yihad… como forma de propaganda y principios retóricos – se extiende por Malí; sur de Argelia; norte de Níger y Nigeria; Mauritania y hasta Somalia. Su intención es ganar la disputa en el seno del islam sobre la interpretación del mensaje profético, los textos sagrados, la ley islámica y su aplicación en la vida diaria. Los yihadistas predican una soberanía divina omnipresente y totalizadora, a partir de la unicidad de Dios en su pureza más absoluta, que exige obediencia y sometimiento. Para ellos no caben las expresiones del islam popular magrebí, tejido de cofradías y morabitos de la mística sufí, del culto a los santos y del apego a las costumbres locales, sincréticas con la religión musulmana.

 

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  • Propaganda electoral de las Elecciones Generales de Argelia de 2012. cc Iñaki do Campo Gan
  • Jóvenes argelinos protestan por el decreto de Estado de emergencia

Argelia: vacío electoral

La abstención ha ganado las elecciones legislativas con un 47%, mientras el Frente de Liberación Nacional (FLN, partido del presidente Buteflika) ha logrado el 47,6% del 53% del censo que ha acudido a las urnas. Casi la mitad de la población argelina ha dado la espalda al intento del régimen de ofrecer una imagen de apertura política. La oposición denuncia fraudes.

El FLN se eterniza en el poder desde 1962, después de la insurrección contra Francia. Si es preciso con golpes de Estado: el coronel Bumedian derroca en 1965 al líder Ben Bella y, sobre todo, contra el Frente Islámico de Salvación (FIS). Su triunfo electoral en enero de 1992 fue la excusa para frenar completamente las libertades políticas. Los militares – especialmente los servicios secretos – han confiscado la revolución; controlan los resortes del poder, aunque muestren una imagen civil; y ganan siempre en medio de la lucha de facciones que caracteriza en Argelia.

Abdelaziz Buteflika, presidente de ArgeliaDesde hace 12 años Buteflika permanece en la jefatura del Estado. El régimen ha sabido conservar las riendas del poder con tácticas que le han dado resultado. El programa de reconciliación nacional (después de la guerra civil de 1992-2003) echaba un manto de silencio sobre las responsabilidades del ejército en la represión  de esos años. Asimismo, la creación de un sistema clientelar ha absorbido tendencias políticas enfrentadas (religiosas y laicas) con la oferta de integrarse en la administración y disfrutar de las ventajas económicas del poder. Incluso un sector de los islamsitas (Movimiento por la Sociedad y la Paz) han participado en el Ejecutivo y en el reparto de pactos y favores.  Tampoco ellos han sido muy eficaces y honestos en sus cargos. Es una de las razones – además de posibles trampas – de haber logrado sólo 48 escaños, 11 menos que en la anterior Cámara. El Estado todavía prohíbe que grupos del antiguo FIS intervengan en política.

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