Un grupo yihadí ha atacado Francia y nuestra condena y rabia son justas, contundentes y, esta vez, amplísimas porque el blanco es Europa. Confiemos que la repulsa se extienda además cuando los objetivos sean musulmanes, las víctimas más numerosas en multitud de atentados: Nigeria, la escuela de Pakistán, el hotel de Bombay, Siria, Irak… No deberían existir distinciones frente a la barbarie.
Contra el yihadismo porque su intención es doble: reconvertir por la sangre a todos los creyentes en Alá que no piensen como ellos y rehúsen aplicar su interpretación doctrinal reaccionaria al pie de la letra. El propósito siguiente es convencernos de que la convivencia entre la cultura del Islam y la del resto del mundo, especialmente Occidente, es imposible.