La China girl: entre jazmines, esvásticas y amol
China Girl Bowie

Konnichiwa”, Geisha, “Lady Dragon”. Muñequita asiática. Chinita. Son los estereotipos sobre los que se enmarca la visión (a veces mística) de las mujeres asiáticas. El calendario se aproxima al 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, así que es hora de revisar cómo las ha representado la música a lo largo del tiempo. Nos detendremos en el más musicalizado y conocido de todos ellos: el chinagirl.

El pasado mes, María del Mar Solís nos introducía en el concepto en su artículo Fu Hao. Una princesa guerrera:

La visión que tenemos sobre la mujer china ha representado sobre todo un estereotipo de exotismo oriental: una mujer misteriosa y sumisa. Esto se debe, en gran parte, a la percepción manuscrita que recogieron los occidentales cuando pisaron el gigante asiático; pero, sobre todo, a las obras de época imperial que sirvieron de ejemplo de recato y castidad –pensamiento extraído de la obra de Confucio–; asentando las bases del papel de la mujer en la sociedad como madres y buenas esposas.

Madres y buenas esposas. Función reproductora y sumisión. Simple. Así lo cantaba el dúo de pop británico The Korgis (conocidos por el tema Everybody’s Got to Learn Sometime) en su versión Chinese Girls de 1979:

Won’t somebody find me a Chinese girl
They’re different from us
Much more civilized
And they know how to cook
And look after a guy

Camino de los 80, hay quien echaba de menos los roles de género patriarcales, y quizás por eso encontraban en el estereotipo de chinagirl el “civismo” que las occidentales habían perdido: saber cocinar y cuidar del hombre. La investigadora Ellie M. Hisama alude a una práctica que en aquella década se convirtió en un verdadero negocio: los catálogos de pretendientes estilo Joyas de Oriente o Flores de Loto. En ellos, mujeres asiáticas se ofrecían en matrimonio a hombres occidentales asegurando una relación basada en los roles tradicionales. The Korgis continúan en el estribillo con la cosificación por procedencia de lachinagirl (“una mujer china”, les vale cualquiera del más de medio millón), e introducen el otro el elemento fundamental sobre el que se asienta el estereotipo: la fascinación exótica. “Fascinating, motivating. Chinese girl, Chinese girl”.

Al más puro estilo orientalista, la chinagirl es un objeto de deseo envuelto en perfumes de jazmín, rodeada de dragones mágicos, de piel sedosa y delicada belleza “salvaje”. A esta visión de mujer – jarrón (de porcelana china) se le han dedicado melodías como la de Roy Harper (1967).

Pretty little china girl
Tiny oriental pearl
Hold me in your dragon magic
Willow pattern smile

Veinte años más tarde, el grupo Mozzart insistía en la visión metamórfica en Jasmin China Girl. Hoy, Google nos devuelve webs porno y chats sexuales con el mismo término de búsqueda.

My jasmin girl find out city lights
Touch my cheek in China
All the dragons cry in China
I’m livin’ in a dream with you on my mind

Más cercana a esta concepción actual de la jasmin girl se sitúa Jonn Mellencamp, cuyo canto se transforma en una invitación sexual (no se sabe si consentida). Imagen pura, recatada, frágil para su China Girl (1982).

China girl, take me to your jasmine place
Cool me with your subtle grace, to know me is no sin
And I won’t break you, China girl
If you take me into your world

Sostiene la antropóloga Vanessa Domínguez que al reconocer una idea, historia o tradición que no es nuestra, nos distanciamos de ella. Pero al incorporarla o representarla, nos apropiamos de su derecho de uso, aunque no la reconozcamos como “nuestra”. No es algo que hagamos por desconocimiento, sino por la percepción que tenemos de ESO como OTRO. La naturaleza jerárquica implícita de la alteridad invita a prácticas – aparentemente inocuas – de representación que se transforman en estrategias de dominación a través de la apropiación.

Con esta misma práctica continúa John Mellencamp, que hila francamente fino en su visión de la chinagirl.

You touched me with your cool hand, your perfume’s in the wind
China girl, your daddy tells you white lies
To keep it from my blue eyes, to know me is no sin
And I won’t break you, China girl

La relación entre el narrador y la chinagirl no se compone a base de simples oposiciones binarias, sino jerárquicas: fuerte – débil, pasivo – agresivo, sutil – directo. Tal y como establece la corriente post-estructuralista, esta forma de representación occidental del pensamiento sitúa a uno de los dos opuestos en dominancia sobre el otro. Mellencamp no sólo hace referencia al sistema patriarcal (primero dominio paterno, luego marital) sino que introduce el choque de civilizaciones: “tu papi te cuenta mentiras blancas para alejarte de mis ojos azules, conocerme no es pecado”.

Parejo a estas representaciones sesgadas y unidimensionales surge el “paradigma del rescate”, como deseo de rescatar la “autenticidad” de una cultura o sistema social del destructivo cambio histórico. Implícitamente, salvarla también de aquellos por cuya negligencia podría desaparecer. El antropólogo cultural James Clifford alude, por ejemplo, al coleccionismo de arte antiguo. Sin embargo, salta la alerta en los estudios post-coloniales a este respecto (como ilustra Domínguez), por el sesgo apropiacionista de tales representaciones.

My little China Girl
You shouldn’t mess with me
I’ll ruin everything you are
I’ll give you television
I’ll give you eyes of blue
I’ll give you men who want to rule the world

Versionada hasta el infinito, no hay “Callejeros españoles a la conquista del mundo” que no incluya el China Girl de Bowie en su episodio sobre China. Iggy Pop y el inglés escribieron en Berlín la más famosa de todas las melodías dedicadas a una mujer china. Aunque la intérprete de su videoclip, Geeling Ng, era vietnamita. Y la chica en la que se inspiraron, Kuelan Nguyen, también.

El tema se lanzó por primera vez en el 77 (The idiot, de Iggy Pop), sin embargo, se convirtió en un verdadero éxito sólo tras el relanzamiento en el 83 por parte de Bowie, cuya versión incluía el famoso riff de apertura de Nile Rodgers. El videoclip, censurado en algunos países, y ganador de premios en otros, pretende ser, en palabras del propio Bowie “una declaración simple y directa contra el racismo”. Una advertencia, más bien, de la amenaza que supondría el imperialismo cultural de occidente:

Vestimenta campesina o traje Mao, cabello corto y recto, cara lavada. Así es la chinagirl antes de las perversiones materialistas occidentales. En una construcción más compleja que las anteriores, el videoclip ironiza primero con la colección de clichés asiáticos (uñas largas, bol de tallarines, ¿ojos rasgados hacia arriba, o hacia abajo?). Él, construido desde el mito del amor romántico (“I’d feel tragic like I was Marlon Brando”) se refleja como la amenaza occidental que “arruinará todo lo que ella es”:

I’d stumble into town
Just like a sacred cow
Visions of swastikas in my head
And plans for everyone

Disfrazado de lord inglés y custodiado por un militar, domina a la chinagirl como a un cachorro, para iniciar la transformación estética (y de valores, se sobreentiende) hacia la Geisha, y de ahí a la occidentalización total a base de maquillaje, peinados, televisiones y productos envasados. El escenario se colorea.

And when I get excited
My little China Girl says,
“Oh baby, just shut your mouth.”
She says, “Shhhh…”

Una mujer que, no obstante, es capaz de acallar los deseos (imperialistas) con tan sólo un susurro. A pesar de que la imagen de esta chinagirl es radicalmente opuesta a las anteriores, la opción de Bowie de no darle voz, es más, de simularla en un tono grave, ha sido criticada por la investigadora Hishama. Aunque reconoce que tanto la canción como el videoclip elevan la categoría de chinagirl, ve una oportunidad perdida para acabar con las representaciones unidimensionales de “mujer asiática”. Otras interpretaciones lo sitúan en el acierto, ya que la gravedad de la voz revela la posición de dominancia sobre la voz del narrador.

Treinta años más tarde, el grupo femenino de R&B 411 incluyeron su propia China Girl en su álbum de debut. Un tema que presenta a la peor de nuestras chinagirl: la indigente.

How do you find a place to sleep
When there’s nowhere to go
Life must be a living hell to you
Only time will show
There with no clothes or food to eat

Sin un hogar, ni comida, ni ropa, este cuarteto concluye con astucia que su vida debe ser un infierno. Aún así, es una rompecorazones (“All those hearts are breaking”) y todo el mundo la ama. Finalmente, el grupo le augura un regreso sano y salvo (de dónde, y adónde, no se sabe). Afortunadamente no hubo videoclip.

Sin llegar a presentarla como a una vagabunda, el cancionero infantil español ahondó en la imagen “chinita del Domund” de la mano de Miliki y Rita Irasema. ¿Quién no recuerda “chinita de amol”? La Gran Muralla, el Dragón Chino otros tanto tópicos están presentes en esta revisión animada del clásico de la familia Aragón. Va camino de los 6 millones de reproducciones.

Al mismo tiempo, algún tipo de problema atormentaba la mente de Enrique del Pozo para no ver la perversión que proponía en En un bosque de la China. Ana (una menor) cantaba lo siguiente:

Y yo a que sí y ella a que no
Ella que sí y yo que no,
Y al cabo fuimos y al cabo fuimos
Y al cabo fuimos de una opinión.

Al otro lado del charco la chinagirl también fue merecedora de ritmos sabrosones como el de Gilberto Santa Rosa. En La Chinita recupera el elemento afortunado que es poseerla, también presente en la canción de Mellencamp (“It’s been my good fortune to find you China girl”):

Me da un sopa de wanton y yo le doy mi corazón.
Ella es mi fortuna china. Lo leí en la galletita.

La “chinita” de cabello largo y mirada serena no escapó del vallenato colombiano de Diomedes Díaz, ni tampoco de los ritmos más actuales como el reggaetón que nos propone Golpe a Golpe. Impresionante recopilación de estereotipos machistas y racistas en su Chinita de los ojos cafés:

Rápido como Suzuki me comí su manimoto, no quedó nada fue tremendo terremoto (…)
En la cabeza tengo una gran confusión. No sé si eres de China, de Japón o de Hong Kong (…)
Chinita quiele a chinito “fuchila fuchila la la”

Recientemente otros géneros también han probado suerte homenajeando a la chinagirl; desde el trance del DJ Baintermix, pasando por la alternativa australiana de The Owls. Incluso eltechno minimal de Adam Beyer, despojada al fin de melodías pentatónicas. Y de cualquier referencia en general. Es lo que tiene el minimal, que es minimalista.

¿Y cómo es la chingirl en el sudeste asiático?  Maia Lee, finalista del talent-reality Singapore Idol canta junto a Leonard T China Girl 2012:

Más pureza, dulzura y candor, dame tu amor, chinagirl. Cantada en inglés y mandarín, la canción tuvo tanto éxito que es fácil encontrar múltiples remixes como el de DJ Melodie.

La fantasía y el exotismo vienen reivindicados, no obstante, por la artista Shien Lee. Desde su web Not your China Girl juega con las representaciones visuales de la mujer exótica asiática a través de la fotografía y de la moda. Las reivindica como parte de su imaginario. Ante las muchas críticas recibidas, ella misma se explica: “La exotización de la realidad no exige el sacrificio de inteligencia. Es importante revertir estos malos entendidos entre las personas que no están familiarizadas con otra cultura. Sin embargo, la solución no es prohibir la propagación de la fantasía, sino alentar a las personas a aprender y participar activamente en las culturas que aprecian, para tomar una postura evaluativa sobre las representaciones culturales. Una persona inteligente y consciente será capaz de cuestionar la intención de una imagen y distinguir entre fantasía fabricada y realidad cultural, apreciando cada una en su contexto”.

Mientras la industria musical china lanza ladybands de imagen infantilizada y picante, en 2005 una cantante se desmarca de los clichés apostando por una imagen andrógina y masculina. Emulando precisamente al Bowie de Space Oddity (peinado, vestimenta) Chris Lee ganó el Super Girl a cara lavada y cantando boleros como este clásico de Carlos Leta Almarán Historia de un amor.

Ah, sí. La puesta en escena presenta estereotipos. Pero esa, esa es otra historia.

 


Lista de reproducción de todas las canciones citadas (y alguna más) en PLAYMOSS

Enlaces a las letras de las canciones citadas:

 

Lee el artículo en 遠方 Yuǎnfāng magazine

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Andrea Aisa Vega

Co-fundadora
Educomunicadora y consultora de comunicación digital para el Tercer Sector. Investigadora independiente en cultura audiovisual digital. Diseño proyectos digitales relacionados con nuevas pedagogías de la visión en la Sociedad Red.

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