A lo largo del último mes se han sucedido varios asesinatos en Jerusalén. Muertos judíos, muertos palestinos. En suma, violencia injustificable que provoca desasosiego, rechazo y condena. Pero, además, estos hechos revelan un incremento de la tensión en Jerusalén. Los palestinos muestran cada día su indignación por la colonización imparable de los barrios árabes, la edificación de más asentamientos en el área metropolitana de la ciudad y las medidas de represión del gobierno israelí.
Jerusalén ocupada
La ciudad es la capital “una e indivisible” del Estado de Israel, según la ley fundamental israelí de 1980. Su parte Este fue ocupada militarmente en la guerra de los Seis Días, en 1967, y conquistada a Jordania, que también se la había arrebatado a los palestinos al final de la guerra de 1948 mediante un pacto con los israelíes. Para el judaísmo es su ciudad eterna. Allí paró Yahveh el brazo de Abraham cuando iba a sacrificar a Isaac. Se edificaron el primer y segundo templo y en su recinto se encuentran las tumbas de David, Absalón, Raquel, el Muro de las Lamentaciones y decenas de sinagogas. Los israelíes realizan excavaciones arqueológicas para demostrar que Jerusalén era la capital del reino de David, figura esencial de la identidad judía, continuador de la alianza de Yahveh con el pueblo judío para instalarse en la tierra de Canaan.
Desde finales de los años 60, los judíos sobre todo los ortodoxos jaredíes (los que tiemblan ante Dios) están adquiriendo cada vez más hogares en Jerusalén Este para reafirmar su presencia, frente a la demografía de la población musulmana.
No obstante, la mayoría de los judíos religiosos no viven dentro de los 0,9 kilómetros cuadrados de la Ciudad Vieja, sino en barrios donde son mayoría como Mea Shearim, o las “cien puertas de entrada” a las que alude la Torá o ley judía. En la actualidad, detrás de las murallas de Jerusalén viven 35.000 personas, entre ellas 26.000 musulmanes, 6.000 cristianos y 4.000 judíos Sin embargo, la clave del problema es que la política de colonización israelí dentro y en los alrededores de Israel pretende modificar la ciudad para garantizar la supremacía judía. De un total de 800.000 habitantes, los árabes son 300.000 personas.
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