Una yihad ofensiva, violenta y global
Violines y bases ©Sundus Abdul Hadi

La yihad actual, entendida como la expansión de una fe religiosa extremista, ultraconservadora, violenta y contraria al islam tradicional y al reformador, ha adquirido una dimensión que alcanza a Europa, Asia y también a África desde hace algo más de 30 años. No responde a un mando unificado sino a diversas tendencias extremistas que crecen, se reproducen, retroceden y avanzan, según las relaciones de fuerzas dominantes, a su favor o en contra.

Antes de la masacre de París, se produjeron también ataques contra chiíes y rusos, además de las bombas en Ankara contra los kurdos y el terrorismo en Malí. El dibujante Kam ilustraba en Jeune Afrique una página en la que se preguntaba ¿dónde están nuestras banderas? sobre los recientes atentados de Boko Haram, una vez más, en Nigeria. Todos han quedado marginados en los medios por el terrible espectáculo de una acción terrorista, cuyo objetivo directo era Europa. Sin embargo, las víctimas de allá deberían ser explicadas, lamentadas y defendidas con igual determinación que las más próximas.

 

Contra los chiíes

 

Daesh considera que todas las personas asesinadas eran infieles: chiíes en Beirut, hostigados desde el 657, veinticinco años después de la muerte del Profeta Muhammad y, en nuestro tiempo, cuando la revolución islámica de Irán en 1979 comenzó a competir con el sunismo por el liderazgo regional en Oriente Medio. Desde luego, Alá es uno, pero la interpretación del islam es compleja, diversa y disputada. Los yihadíes violentos no lo admiten, porque su visión es unitarista (lectura wahabí), sin apenas historia ni respeto a las costumbres locales; terminante; excluyente e implacable. Califican de innovación y, por tanto, de herejía que los chiíes tengan influencias de otras culturas religiosas y representaran a una base popular crítica con la apropiación, en el primer islam, del mensaje religioso por la oligarquía comercial y terrateniente. Tampoco aceptan que el chiísmo afirme, con sus libros sagrados propios, además del Corán, que el guía de la comunidad deba ser heredero directo del Profeta (imamato), como Husayn, también muerto a manos suníes en Kerbala, el año 680. Ni que, después de la ocultación en el 874 del duodécimo imam, Muhammad ibn al-Hassan, ante tanta persecución, el mandato para encabezar y tutelar a la población sea de los ulema más sabios (un chiísmo conservador) o la comunidad por sí misma (opinión de los reformadores). Estas diferencias se trasladan automáticamente a la actualidad en la lucha del extremismo suní contra el chiísmo.

 

Objetivo Francia

 

Los ataques en París significan un cambio de estrategia del Daesh. Ha logrado exportar su guerra particular de Oriente Próximo a múltiples frentes en atentados y con protagonistas diversos, desde lobos solitarios a acciones de gran envergadura. Del enemigo cercano han pasado al combate contra el enemigo lejano, haciendo suya la máxima de Al Zawahiri, líder de Al Qaeda. Tengan más o menos debilidad en Oriente Próximo, han demostrado la capacidad operativa de sus afiliados en Occidente. El Daesh maneja que un cerco indiscriminado a las comunidades islámicas europeas incrementará sus partidarios.

 

Los yihadíes violentos no representan al islam, palabra revelada por Alá, cuya existencia solo puede basarse en la paz, la ética y la justicia; no en la violencia y la exclusión. Por tanto, no se trata de terrorismo islámico.

 

Con precisión, tampoco son islamistas, movimiento político en el seno del islam. Hace tiempo que estos aceptaron la política electoral y rechazaron la violencia para llegar al gobierno, a pesar de ser perseguidos (dos ejemplos: Hama, Siria, 1982; Egipto, 2012, derrocamiento de Morsi, elegido democráticamente). Al contrario, los extremistas son sus adversarios por negar la necesidad de la conversión al islam y su extensión mediante las armas.

 

De la exclusión al apocalipsis

 

Pero el Daesh es en la práctica una de las versiones más ultrarreaccionarias del islam, que añade a la inflexibilidad doctrinal, la anatemización (tafkir) de quienes no piensan como ellos. Acusan a los musulmanes de infidelidad al islam” y llevan a cabo una aplicación de la violencia más extrema y ejemplificadora, como imposición y purificación sangrientas. Su apelación al islam les proporciona cobertura y simpatizantes, aunque su interpretación sea radical.

Los yihadíes de Daesh y Al Qaeda, con diversos movimientos armados afines que responden igualmente a problemas locales, utilizan la presencia de Rusia en Oriente Próximo y de Francia también allí y en África Occidental para atacar, en lugares distintos, a los nacionales de estos países. Pretenden así reafirmar su legitimidad en el seno del islam, al combatir a países enemigos, que intervienen o poseen bases en tierras islámicas. Es un objetivo más, encajado en una voluntad más profunda. Su acometida pretende purificar el Islam de otras influencias; vaciar de contenido a conceptos como yihad, charía, salaf, chura, entre otros, y darle el suyo, inflexible. Exhiben sin pudor la sangre de sus víctimas, como ejemplo de fuerza y para provocar el terror y la conversión, la parálisis y la huida.

Hacen referencia documentada a historias bélicas durante la propagación del islam. Batallas que sucedieron y otras que vendrán al final de los tiempos, según preconiza el Daesh en sus tesis apocalípticas. Aluden a que los nuevos cruzados serán derrotados en Dabiq, precisamente en el norte de la Siria ocupada por los extremistas y nombre de su revista. Luego, quedarán 5.000 creyentes, tras otra victoria extranjera, el mundo culminará en Jerusalén con el triunfo musulmán y la verdadera llegada de un mesías. No es una digresión señalar estas cuestiones, porque forman parte del universo yihadí; de sus características; de sus propósitos y del enfoque de sus acciones.

 

Al Zarqaui creó en 2004 la organización Tawhid al-Jihad (Monoteísmo y Yihad), toda una declaración de principios, precursora de Al Qaeda y del Daesh. Para ellos, sólo vale un islam único, jerárquico y literalista en la interpretación de algunos hadices (hechos y dichos del Profeta).

 

Son salafíes yihadíes, no quietistas retirados de la política. Recogen las tesis del jordano Al Maqdisi, entre otros, y recuperan a Ibn Taymiyya, en el siglo XIII: los fundamentos del islam tienen “el libro como guía y el sable como apoyo.”

La proclamación del califato por Al Bagdadi en junio de 2014 consiguió el juramento de lealtad de la mayoría de los grupos yihadíes, lo que posibilitó su dominio religioso, militar y político entre los radicales. Aliados con oficiales del ejército y de las fuerzas de seguridad de Sadam Husein, el caldo de cultivo del ascenso del Daesh, competidor de Al Qaeda desde febrero de 2014, ha sido el vacío creado por las guerras en Irak y Siria; la permanencia de dictaduras y la crisis de liderazgo en los suníes.

 

Los activistas yihadíes violentos surgieron enfrentados a otros liderazgos musulmanes y a los estados árabes, excomulgados por impíos, corruptos y por permitir bases de potencias internacionales en el mundo islámico, incluida la URSS en Afganistán, Chechenia y ahora Siria.

 

Este califato ha crecido y cuenta con varios pilares: un territorio de 300.000 kilómetros cuadrados y entre 8 y 10 milllones de habitantes; una propaganda eficaz; una ley islámica rigurosa y dogmática; la militarización; la gestión de un auténtico estado con gobierno, administración, moneda, recursos económicos (petróleo, bancos incautados, contrabando, ingresos procedentes de su sistema fiscal y de fundaciones extremistas); una red de jueces religiosos; instituciones consultivas con jefes locales de los clanes y apoyos regionales.

 

Intereses coloniales

 

Francia bombardea ya enclaves de los terroristas en Siria, pero empezó su guerra en mayo de 2014, en el marco de la operación Inherent Resolve. Antes, los franceses han actuado constantemente en el mundo árabe. Primero, fueron los cruzados. Luego, Napoleón intentó promover algunos de los valores de la Revolución Francesa a cañonazos en Egipto y Palestina. En el mismo siglo XIX colonizó por la fuerza una parte del Magreb, a la que se opusieron con las armas, en una yihad defensiva, seijs como el emir Abdelkhader. Para acabar con el califato otomano en 1916, suscribió el tratado que lleva el nombre de su ministro Picot junto al del británico Sykes. Este acuerdo creó un sistema de mandatos para repartirse Oriente Próximo entre Gran Bretaña y Francia.

El ejército francés expulsaba de Damasco al hachemí Faisal, al final de la Gran Revuelta Árabe contra los turcos, impulsada por los británicos, que le habían prometido un reino árabe unido. Esa división consolidó el debilitamiento del mundo árabe en Oriente Próximo. Una fragmentación de la que se derivaron, inmediatamente después de las independencias, las dictaduras regionales que llegan hasta la actualidad. En el África islámica, la intervención francesa comenzó en 2013 con la operación Serval y, el año pasado, la operación Barkhane contra los yihadíes, en el sur del Sahel. Asimismo, los servicios de inteligencia galos señalan blancos a los drones estadounidenses en Somalia.

 

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Gráfico del diario francés Ouest France que muestra la presencia militar francesa en el Sahel y África Occidental

 

Ventajas para el el Daesh

 

Heredero destacado de múltiples grupos violentos, pasados o recientes, seguro que el Daesh instrumentaliza estas situaciones. Al mismo tiempo, da prioridad al desarrollo de su propia agenda bélica. Espera los ataques en su terreno, que manipularán en su beneficio para ampliar su aureola de sacrificio y martirio, ganar más adeptos e incendiar más aquella geografía.

 

El desastre y caos en Oriente Próximo continuará si no existe un compromiso regional e internacional de carácter político para impedir regímenes autoritarios, empezando por Siria e Irak.

 

Podrá eliminarse militarmente al Daesh y bienvenida sea su derrota. No obstante, emergerá en otros lugares, con nombres diferentes. Desde hace cerca de cuarenta años ha sido así. De esta manera, advirtamos que será mucho más difícil acabar solo mediante las armas con gentes que respaldan sus actuaciones en el convencimiento de que su versión intransigente de la fe es la única válida.

 

Yihad global

 

Ahora, el terrorismo prosigue en Bamako. Malí. Añadamos las ciudades de Yola y Kano, en Nigeria. Son una provocación, emulación, competencia y discordia por la autoridad, en una reislamización violenta, entre los partidarios de Al Qaeda en el Sahel y los que son leales al Daesh. Cada uno de estos grupos cuenta con una hoja de ruta en sus escenarios particulares.

 

Los recientes atentados en África no son respuesta a los crímenes de la otra organización, sino la extensión de una yihad ofensiva y múltiple, que les proporciona mayor resonancia, poder, dominio operativo y complementariedad en sus acciones, a pesar de las diferencias entre sus autores.

 

Más allá de la victoria en mayo del musulmán Muhammadu Buhari en las elecciones de Nigeria, cuyas prioridades son frenar la corrupción y a Boko Haram (autor de más de 6.500 muertes en 2014), las milicias dirigidas por Abubakar Shekau continúan sus atentados y amplían sus incursiones Chad y Camerún. Atrapado en un cierto retroceso bélico, la suma de Boko Haram al Daesh le ha dado mayor peso entre su base social, que subraya la desigualdad en la posesión de las tierras; la represión militar y la fidelidad a la pureza doctrinal de un islam agresivo, para mantener su apoyo al mando político y religioso de Boko Haram, en lo que ellos denominan ya la Provincia del Estado Islámico en África.

En el caso de Malí, la intención estratégica de los yihadíes es demostrar que no acabó la guerra de 2012 y que es posible acosar a varios destacamentos militares juntos (franceses, chadianos y de otros países africanos) además de a las instituciones internacionales, como la misión de Naciones Unidas. Malí es un estado muy debilitado, con una elite política dividida y que no asume el desafío de aplicar eficaz y realmente una administración federal, en la que tuaregs y árabes del norte se sientan representados suficientemente. Estos denuncian también agravios económicos y sociales entre las regiones de Kidal, Tessalit y Taoudienne y las que están más abajo del río Níger. Ni la Coordinadora de Movimientos del Azawad (varios colectivos tuaregs rebeldes y especialmente sus mandos militares), y mucho menos la alianza de yihadíes en torno a Ansar Dine, han suscrito la conferencia de reconciliación, una iniciativa de Argelia para pacificar la región y revalidar su capacidad diplomática de gran potencia africana. La desconfianza entre la oposición norteña y el gobierno de Bamako y la resistencia a una paz basada en la justicia es mutua.

 

Los nombres de las organizaciones yihadíes no son inocentes

 

Abundemos un poco más en otros rasgos de los movimientos yihadíes. Primero Al Qaeda y luego el Daesh han conseguido su poderío en medio de las disputas en los liderazgos políticos y religiosos y en territorios fragmentados, con estados frágiles, guerras civiles e intervenciones extranjeras. La denominación de algunos de estos grupos refleja una opción doctrinal clara y rotunda: combate e intransigencia. Los asesinatos en la capital de Malí han mostrado la unidad táctica de Al Qaeda en el Magreb Islámico y la organización Al Murabitun, alianza del Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África (Mujao) y Al Mua´qi´oon Biddam, “los firmantes con la sangre”. Con este nombre, todo está dicho. Pero, Al Murabitun nos remite a los que son “centinelas, dispuestos a la batalla en la fortaleza”. En definitiva, los yihadíes han aprendido y recuerdan la historia: aquel imperio almorávide que ocupó Al Andalus y el este del Magreb. Entre otros desastres, derrocaron a Al Mu´tamid, el último emir de la taifa de Ishbiliya (Sevilla) y le mandaron encadenado al aduar de Agmat, 40 kilómetros al este de Marrakech. Un humilde mausoleo acoge los restos del rey poeta, junto a su mujer I´timad. Es qabr al-garib, la tumba del forastero, apenas conocida y visitada por nuestros turistas. Al Murabitun y Al Mu´tamid son dos maneras contrapuestas de entender y aplicar el Islam. En el siglo XI y ahora mismo.

 

 

Imagen: Violins and bases perteneciente a la serie WARCHESTRA de Sundus Abdul Hadi 

 

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Co-fundador de Espacio REDO. Periodista especializado en actualidad y conflictos internacionales y docente en asociaciones, Centros Culturales y aulas de extensión cultural en las Universidades de Navarra, País Vasco, Burgos y Valladolid. Áreas de análisis preferentes: el mundo araboislámico y África subsahariana.

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  • Mari So Jurío 25 / noviembre / 2015 at 8:49| Responder

    Buenos días Javier.
    Muy interesante este articulo.Ha sido un placer leerlo ,lástima que la solución de este enjambre de atrocidades tenga una dificil solución.
    Muchas gracias

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